En el nivel más alto perseguimos el diseño de “nuestra mejor versión” o la “autosuperación pura”, la madre de la motivación más excelsa. Nuestra cultura generalmente no nos estimula en su búsqueda o son muy pocos quienes lo hacen orgánicamente.
Un segundo nivel tiene que ver con objetivos más concretos que nos ponemos para alcanzar un logro que anhelamos. Los objetivos son también excusas para trabajar en nosotros mismos, porque, los concretemos o no, de ellos siempre queda un remanente de autosuperación y aprendizaje muy beneficioso.
Y el tercer nivel, el más bajo, aunque inevitable, son los problemas. Para resolverlos estamos obligados a aprender, y como consecuencia, esto nos hace mejorar.
Apuntar siempre al nivel más alto es clave, porque es la manera más sana de evolucionar y realizarnos ,y además, los objetivos se alcanzarán de manera natural y tendremos muchos menos problemas.